Por regla general los lodos de las plantas EDAR acaban siendo transportados desde la planta a un vertedero. El transporte, el servicio de un gestor de residuos y el impuesto del vertedero tiene un coste importante para el gestor de la planta EDAR,  aparte de los problemas medioambientales que causa el lodo en el vertedero.

En algunos casos dependiendo del país las aguas negras o el mismo lodo acaban en el mar, un rio o en el subsuelo provocando grandes problemas medioambientales.

Con la tecnología Ikera RD8 ofrecemos 2 propuestas diferentes.

Revalorización como biomasa combustible

El lodo pasa del original  80% de humedad a tan solo un 0.2% de agua.

Esto permite no solamente recuperar un agua de gran calidad sino que también la parte sólida se transforma en una  biomasa combustible de alto poder calorífico que es reutilizada para satisfacer la  gran mayoría de la demanda energética de la planta IKERA RD8.

De este modo pasamos de tener 1000 kgs de lodo al 80% de agua a 50 kgs de ceniza las cuales incluso tienen posibilidad de revalorización.

Los resultados están disponible tanto para secado como combustión y emisiones a la atmósfera siendo todos ellos satisfactorios.

Revalorización como fertilizante:

Recuperamos hasta el 99.8% del agua que contiene el lodo por lo que la materia sólida ahora libre de agua y patógenos es también liberada de los metales pesados diamagnéticos y paramagnéticos  gracias a la escasez de humedad en el sólido, pudiendo este ahora ser introducida como fertilizante o materia prima para fertilizante.

Esta segunda opción depende mucho del país en cuestión administrativamente hablando.

El proceso comienza cuando el lodo se introduce en continuo a un tanque desde el que aseguramos la homogeneización  para continuar por los reactores físicos RD8 que evaporan y condensan el agua resultante dejando la parte sólida con la humedad final deseada hasta el 99.8%.

Este agua es de gran pureza y puede ser reutilizada o vertida a red.

La parte sólida ajustada es removida en continuo para su uso como biomasa o como fertilizante.

En ambos casos, durante el proceso interno, los patógenos implosionan, incluidos la fiebre tifoidea, el cólera, la hepatitis y los helmintos.